¿Por qué persiste esta ansiedad?
Porque el factor humano y las capacidades técnicas reales de las baterías, en condiciones normales de conducción, suelen subestimarse en el momento de la compra. Las autonomías declaradas suelen ser difíciles de alcanzar porque conducir un vehículo eléctrico no es fácil y hay muchos factores que afectan al kilometraje potencial. Dependiendo del tipo de conducción, la velocidad, el frío, el aire acondicionado, la calefacción o los elementos de confort, la autonomía declarada puede verse muy reducida. La conducción adaptada a la optimización de la batería puede aprenderse. De hecho, la recuperación de energía durante el frenado es un factor que permite conducir durante más tiempo. En concreto, al frenar el coche utilizará la energía del mismo para producir electricidad y recargar la batería. Sin embargo, los desplazamientos por carreteras nacionales y, con mayor motivo, por autopistas, no facilitan la recuperación de energía. ¡Piensa antes de quejarte!
Lo mejor es hacer que sus empleados prueben el modelo que le interesa «antes de comprarlo» y en condiciones reales de tráfico. Incluyendo en la prueba a conductores cuyo kilometraje habitual varía mucho. Los GFA realistas saben que siempre hay que apostar por un modelo con doble autonomía en relación con el número de kilómetros que se recorren a diario. De lo contrario, ¡te llevarás sorpresas dolorosas!
Hay que reconocer que hoy en día asistimos a un cierto número de decepciones relacionadas con el desconocimiento de estos hechos.